Valentia, fundada en el 138 a. C., era una de las ciudades romanas más antiguas de Hispania. Su enclave era estratégico y se pobló con soldados licenciados del ejército. La ciudad prosperó rápidamente, llegando a acuñar moneda. Sin embargo, en el 75 a.C., en el contexto de las guerras civiles de Roma, fue destruida y quedó abandonada cerca de medio siglo, siendo refundada en época de Augusto.
En la segunda mitad del siglo I d.C. la ciudad crecía con decisión, llegando nuevos colonos y erigiéndose importantes construcciones públicas. La decadencia del Imperio en el siglo III se hizo notar también en ella, llegando a despoblarse barrios enteros. Formalmente visigoda desde el año 546, la ciudad no entró en la órbita del reino de Toledo hasta el 571, durante el reinado de Leovigildo.
En este tiempo la Iglesia fue ocupando los espacios de poder, destacando la figura del obispo Justiniano, que le procuró un efímero periodo de esplendor.